Entrevista Ariel Fernández Alvarado Presidente de CATEL. Parte I
El desarrollo de la pandemia de Covid-19 modificó significativamente la forma de vida de América Latina. La oportunidad de contar con acceso a banda ancha se transformó en un diferencial no sólo de la calidad de vida de los habitantes, sino también de sus oportunidades económicas y productivas.
En este escenario las cooperativas argentinas tuvieron el rol de mantener sus servicios en zonas alejadas de los centros urbanos, aumentando así las oportunidades del interior de ese país. Sobre estos temas, y la capacidad de adaptarse a la nueva realidad, Brecha Cero dialogó con Ariel Fernández Alvarado, Presidente de CATEL:
Brecha Cero – ¿Qué importancia tiene el sector cooperativo en el desarrollo de las economías rurales en la argentina?
Ariel Fernández Alvarado – Es el sector más relevante desde esa perspectiva. Cuando vos miras la Argentina del interior está claro que los pequeños y medianos operadores son el camino para llevar conectividad. Argentina es un caso único, hay más de 1000 cooperativas de servicios públicos, provincias provistas en un 100% por servicios públicos cooperativos, más de 500 cooperativas que ofrecen algún servicio TIC. Es muy difícil mirar al interior sin hablar de cooperativismo.
Una localidad del interior precisa de la conectividad para crecer y desarrollarse. Históricamente en Argentina ese impulso lo dieron los mismos vecinos se agruparon para ofrecer servicios de telecomunicaciones. Son los propios habitantes de esas localidades que llevan telecomunicaciones para hacerlas crecer por medio de un armado cooperativo. Es una visión que no aparece desde el lucro del servicio, sino de la generación de riquezas para esas zonas. La cooperativa es un vehículo válido para la conectividad.
Brecha Cero – ¿Cómo fue el acercamiento de las cooperativas a las comunidades en la pandemia?
Ariel Fernández Alvarado – Los lugares de la Argentina que no tenían conexión siguen sin conexión. Es un poco la gran deuda que tenemos pendiente. Debemos abordar la problemática de llevar conexión, y conexión de calidad, a los lugares donde no hay conectividad.
Pensar en un producto de muy bajo ancho de banda que inicialmente son una solución, pero de corto plazo, porque el acceso tiene que estar atado a una conexión de calidad. Si queremos igualdad de oportunidades la simetría de esa conectividad pasa a ser un valor muy importante para que esa persona pueda tener acceso a determinadas cuestiones básicas, como la educación.
Por lo tanto, la pandemia colabora en poner en primera plana lo importante de tener conectividad. Las desigualdades que se presentan cuando un usuario no tiene conectividad, una discusión que se da en el interior del país y en los barrios populares de los grandes centros urbanos. La conectividad también es un activo, una generadora de valor, tal como evidenció la pandemia.
Hay una base que tiene que ver con el derecho de la gente a ser conectada. Y luego, claramente esto no deja de ser una industria de inversión intensiva. Hay productos de alto valor agregado o premium que de alguna manera nos permiten seguir invirtiendo en mayor cobertura, en mayor actualización etc. Entonces se debe trabajar en ambos sentidos, ya que darle valor a la actividad es darle valor al negocio. De allí que hay que cubrir ambos escenarios, el de la cobertura y el del acceso; y por otro lado el que brinda más valor la conectividad para otros sectores que permite el desarrollo del negocio, de la industria.
Brecha Cero – ¿Qué influencia tuvo la pandemia en términos operativos?
Ariel Fernández Alvarado – Tuvo cambios en las maneras de trabajar, maneras de atender a la gente. En ese sentido hubo que ser disruptivos no solamente desde el lado del servicio. Hubo un giro de 180 grados a partir de la pandemia. La curva de adopción tecnológica es conocida por todos y lleva mucho tiempo al gran público. La pandemia acortó esa brecha de adaptación de los usuarios al mundo digital.
La pandemia también nos obligó a la generación de protocolos para resolver instalaciones, como reparaciones no entrando a los hogares. También hubo que cambiar los canales de atención y cobranza a los usuarios, usando canales digitales. Atrás de todo ese trabajo hubo herramientas tecnológicas complejas. Una empresa de servicios TIC es algo mucho más amplio y complejo, las herramientas con las cuales la empresa cuenta para trabajar en el día a día supusieron un trabajo desafiante para responder a la pandemia.
Lo bueno es que de la misma forma los usuarios se adaptaron rápidamente, también lo hicimos nosotros. Las empresas teníamos que afrontar las resistencias al cambio, la pandemia favoreció a que el recurso interno también estuviera más proclive al cambio y a la adaptación.
Otro hito de la pandemia fue que empezamos a trabajar de forma directa con el Ministerio de Desarrollo Productivo, con la secretaría de PyME que ahora incorpora a las cooperativas. Allí generamos capacitaciones, incluso una red de asistencia Pyme, de la cual CATEL es parte. Todo lo que tiene que ver con estas herramientas trabajamos de forma muy directa con el Ministerio y con la Secretaria PyME, claramente parte de lo que nos pasó a las cooperativas TIC en este rubro le ocurrió a todas las pymes. Este sector tuvo que innovar a nivel digital, canales digitales de ventas, de soportes, de comercialización, logística. Todos puntos claves, una pyme sin buen acceso al mercado digital y sin logística es una pyme con dificultades para transitar la pandemia.