El desafío de América Latina está en pasar del Internet del consumo al Internet de la producción

Entrevista a Pablo Bello, Director de ASIET, Parte II

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Pablo Bello, Secretario General de ASIET

Una de las herramientas que permiten de aumentar la inclusión digital de los habitantes de la región es la difusión de las ideas de los distintos participantes del sector. Entre ellas las asociaciones que buscan incrementar la presencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la sociedad.

Uno de esos participantes es la Asociación Interamericana de Empresas de Telecomunicaciones (ASIET), que trabaja por el desarrollo de las telecomunicaciones y la Sociedad de la Información en nuestra región a través del diálogo público-privado. La visión fue expuesta por su Secretario General, Pablo Bello, quien ya explicó en una primera parte de esta entrevista varias de sus ideas, el complemento de la interesante charla con Brecha Cero se puede ver en esta segunda parte:

Brecha Cero: ¿Cuáles son los patrones de consumo de Internet en la región? ¿Qué dicen ellos respecto de nuestra economía digital? ¿Qué desafíos tenemos por delante como región?

Pablo Bello: En promedio un latinoamericano se conecta 21,7 horas al mes, apenas por debajo del tiempo promedio de conexión por usuario en el mundo. La utilización de Internet en la región se relaciona en gran medida con el uso de las redes sociales (78% de usuarios frente al 63% de media mundial).

Mientras las brechas de acceso y de conectividad se van progresivamente cerrando, no hemos avanzado a la misma velocidad en la construcción de una economía que aproveche Internet para reinventarse. Somos más y más usuarios de Internet, pero no son tantos los nuevos emprendimientos, ni las nuevas aplicaciones, ni los usos productivos innovadores que estamos creando. El desafío de América Latina está en pasar del Internet del consumo al Internet de la producción, avanzando hacia el desarrollo de una economía basada en la innovación, el emprendimiento y más eficiencia productiva.

Fíjense que pese a los avances en materia de conectividad, América Latina es la región más atrasada en la producción de contenidos locales. De los 100 sitios de Internet más populares en la región, sólo 26 corresponden a contenido local. Esto se traduce en que en vez de crear riqueza para la región, estamos transfiriendo riqueza a Estados Unidos, donde están alojadas las grandes empresas de Internet. Muestra de ello es que sobre el 60% del tráfico de Internet de la región es internacional, principalmente hacia EEUU.

Brecha Cero: ¿Qué importancia tienen las tecnologías de banda ancha inalámbrica para potenciar el acceso a las TIC en América Latina?

Pablo Bello: Sin lugar a dudas las tecnologías de banda ancha inalámbrica resultan un medio efectivo y competitivo para contribuir a incrementar la conectividad digital en América Latina. Entre sus principales ventajas destaca la posibilidad de que los abonados puedan localizarse a varios kilómetros de la red del proveedor inalámbrico, lo que supone importantes eficiencias en términos de coste, permitiendo avanzar hacia mayor cobertura. Concretamente en nuestra región hay que considerar que el cierre de la brecha digital será mediante tecnologías inalámbricas o no será.

Es de resaltar que nuestra región vive una revolución fundamentalmente móvil, somos la tercera región del mundo con mayor penetración de servicios móviles. En un contexto caracterizado por la acelerada adopción de nuevas tecnologías inalámbricas y de forma simultánea a países desarrollados tal como podemos apreciar a día de hoy con LTE. Por otra parte, el acceso de banda ancha a Internet por Satélite proporciona a los usuarios otra alternativa inalámbrica. Debido a sus características técnicas, la prestación de servicios satelitales puede alcanzar áreas remotas o de difícil acceso, en las cuales el despliegue de infraestructura terrestre presenta notables limitaciones. De esta manera, mediante una planeación adecuada y decisiones correctas en el aprovechamiento de recursos orbitales y la planificación del espectro, la conectividad satelital se presenta como una oportunidad que permite la asignación adecuada de recursos e inversiones, que puede implementarse de forma relativamente rápida.

Brecha Cero: ¿Qué es el Mercado Único Digital? ¿Cómo considera que podría verse beneficiada la región con su creación?

Pablo Bello: Esta es una gran oportunidad para el desarrollo de las economías de nuestra región, se trata de un mercado potencial de 600 millones de personas con patrones culturales muy similares. Hablamos de un mercado donde existiría libre movimiento de bienes y servicios digitales y capital vinculado a la industria digital, en el que los servicios equivalentes tienen normativas compatibles, independientemente del país o tipo de red/tecnología desde la que se proveen, y en el que las personas puedan acceder a éstos de forma expedita y sencilla, bajo un esquema intrarregional de libre competencia, sin restricciones o barreras arbitrarias, y con la adecuada protección del consumidor y de los datos personales, independientemente de su nacionalidad o lugar de residencia.

A día de hoy, en nuestra región nos encontramos ante un mercado fragmentado, donde el consumo interno de servicios digitales producidos en América Latina salvo pequeñas excepciones es mínimo y donde el trasvase de valor va en su inmensa mayoría hacia los Estados Unidos. Por tanto, en primera instancia puede suponer una gran oportunidad para el desarrollo de contenidos y aplicaciones de América Latina para la región y el mundo. Cuando se analiza por qué EE.UU. ha desarrollado tanto más su economía digital que Europa, una de las razones es que pese a tener más o menos la misma población y tamaño económico, es un solo mercado digital y con un mismo idioma. No es la única razón, pero esa consolidación de un mercado único, de más de 300 millones de habitantes, constituye un espacio natural que favorece y facilita el emprendimiento. Es por ello que la UE definió la creación de un Mercado Único Digital como una de sus prioridades estratégicas, con la finalidad de  reducir las barreras entre los países y estructurar un marco normativo propicio para favorecer la economía digital.

El desarrollo de este proyecto no sólo supondría un impacto positivo en la economía con la posibilidad de reconfigurar su estructura productiva, sino que ayudaría a la protección de los consumidores a nivel transfronterizo, el teletrabajo, la generación de regímenes fiscales coherentes, la incorporación de instrumentos que permitan reconocer la jurisdicción de las leyes nacionales, o la estructuración  de un marco armónico que otorgue certidumbre respecto a las transacciones electrónicas.

Pablo Bello: ¿Qué ventajas posee América latina de cara a la creación de un MUD? ¿Qué desafíos enfrenta la región para poder poner en marcha el MRD?

Una de las principales ventajas de América Latina tiene que ver con el enorme mercado interior del que dispone y la gran posibilidad de crear riqueza y contenidos regionales dejando que ese potencial se desarrolle aquí y el valor generado por la economía digital no siga emigrando fuera. Estamos hablando de mercados potenciales de 700 millones de habitantes para el caso latinoamericano, prácticamente con un mismo idioma, el español (con excepción del portugués en Brasil) y con una cultura e idiosincrasia propia que debe ser aprovechada. El desafío es complejo. América Latina se ha caracterizado más por una retórica de la integración que por acometer en serio la construcción de un espacio social y económico compartido. Las barreras son altas y  seguramente habrá intereses foráneos que intentarán que América Latina no dé este paso, que prefieren seguir extrayendo rentas basadas en la comercialización directa o indirecta de nuestra información personal, mientras pagan impuestos en Irlanda.

Por otra parte, a diferencia de la Unión Europea, en América Latina no se dispone de la institucionalidad supraregional que existe en el ámbito europeo, por lo que es necesario avanzar en la medida de lo posible hacia un modelo parecido. Existen sin embargo herramientas de trabajo que si agrupan a países y diferentes actores regionales que podrían avanzar hacia propuestas comunes en esta materia. Los modelos pueden ser muchos y deben ser los propios países los que decidan el modo en que pueden concretar una alianza en este ámbito, aprovechando las sinergias y los foros ya existentes no es descartable poder avanzar hacia un tratado entre los distintos países que componen América Latina y el Caribe. Es un reto complejo, pero la región lo necesita.