Brasil: Los pagos instantáneos están cerca

Por Fernando Paiva. Editor de Mobile Time

La tecnología móvil aún no revolucionó el sistema financiero de Brasil de la forma en que podría hacerlo. Por una parte, es verdad que el mobile banking (banca móvil) conquistó a quienes poseen una cuenta bancaria en el país: cerca de la mitad de las transacciones se realizan por medio de smartphones. También es verdad que surgieron algunas Fintech (empresas de tecnología financiera) facilitando una serie de servicios, como Nubank y Neon, que tuvieron aceptación entre los jóvenes, que crearon respectivamente una tarjeta de crédito y una cuenta corriente sin complicaciones.

Fernando Paiva. Editor de Mobile Time

Al mismo tiempo, comienza a ganar fuerza los pagos por aproximación, después de la llegada de Apple Pay, de Samsung Pay y de Google Pay, con los cuales las tarjetas de crédito de plástico están siendo substituidas por el celular. Aunque de a poco.

Lo que falta conseguir es realizar transferencias de valores en tiempo real entre personas por medio de dispositivos móviles, independientemente del banco donde cada usuario posee la cuenta. Hoy eso se realiza de manera simple cuando las dos personas poseen el mismo servicio. Pero realizar transferencias interbancarias, los famosos DOC y TED, es difícil. Requiere muchos clics y todavía es costoso.

En China, dos servicios están revolucionando el sistema de pagos. Son el WeChat Pay y el AliPay. Las personas asocian sus cuentas corrientes a esos servicios y ganan códigos QR que las identifican. Basta escanearlos con la cámara del celular para realizar una transferencia. Muchas tiendas no aceptan más dinero. Incluso algunos mendigos en las calles utilizan los códigos QR para llenar sus sombreros de limosnas.

Pero el Banco Central quiere cambiar eso. Está en funcionamiento un grupo de trabajo que incluye a más de 90 instituciones y el organismo regulador para definir los requisitos fundamentales del servicio llamado “pagos instantáneos”. Es el nombre dado para conseguir realizar transferencias electrónicas en tiempo real, en cualquier hora y día de la semana. Uno de los pilares es que el servicio precisa ser interoperable, o sea, que se pueda pagar a cualquier persona por el celular, de formar rápida y segura, independientemente del banco que use. Por lo demás, la idea es que el usuario no precise conocer los datos bancarios del receptor, sino que bastará con su número telefónico guardado en la agenda del teléfono.

Quien tiene todo para dominar este mercado en Brasil no es un banco, sino WhatsApp, debido a que es la aplicación más popular del país. En India, esta aplicación ya está testeando el servicio de pagos instantáneos en sociedad con algunos bancos locales. El usuario asocia su cuenta corriente a su WhatsApp y así comienza a poder recibir dinero como si fuese un mensaje en la app.

Resta resolver una serie de dudas sobre como eso funcionaría en Brasil. ¿Hasta qué punto el Banco Central debe generar una norma detallando el servicio? ¿Es mejor tener una plataforma única nacional o varias compitiendo entre sí, más conectadas? ¿Con que profundidad debe ser detallada los padrones de usuarios? ¿Cuánto costará ese servicio para el usuario final? Son tan solo algunas de las preguntas que están siendo hechas en el ámbito del grupo de trabajo y cuyas respuestas sólo se sabrán antes de final del año.

En cuanto a los operadores, aparentemente ellas serán sólo el canal de transmisión de esas transferencias. Las iniciativas de entrar en el mercado de dinero móvil en Brasil no prosperarán: todas existirán aisladamente, en acuerdos con una única institución financiera, sin interoperabilidad con otros servicios.

Por lo visto, uno de los pocos casos de suceso en el mundo interno de los operadores en el mercado de mobile money serán igual a África, con m-Pesa y afines, pero eso se debe a una serie de factores conjeturales.

A menos que exista un giro, todo indica que van a prevalecer soluciones Over the Top (OTT) de dinero móvil, o de pagos instantáneos, conectadas a todos los banco y usando la infraestructura de telecomunicaciones, pero sin que los operadores participen en el modelo de negocios.

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